La Virgen de la Montaña, la cacereña guapa, la madre de los cacereños, la Virgen ermitaña descendió desde su habitual altar en la atalaya desde donde vigila todos los hogares de sus hijos en la ciudad. María Santísima de la Montaña, llegó a la ciudad acompañada por sus miles de fieles que abrían paso al cortejo procesional entre vítores y aplausos.
A las cinco de la tarde, abandonaba Su Santuario y tres horas después fue recibida por los cacereños en Fuente Concejo que le abrían orgullosos las puertas de la ciudad. El Santísimo Cristo Nazareno del Amparo también se unió a los fieles para saludar a la Virgen en su bajada, desde las puertas de Su ermita. Folclore, tradición y devoción retrataban un año más la bajada de la Patrona.
Pisando una larga alfombra de romero, la Stma. Virgen entró en la Plaza Mayor sobre los hombros de la alcaldesa de la ciudad, el presidente de Extremadura y otras autoridades que en esa deslumbrante entrada, no desmerecían el esfuerzo y dedicación con el que los hermanos de carga de la Hermandad procesionaron la talla desde lo alto de la Montaña hasta las puertas de la ciudad.
Luciendo su manto de gala, caminando entre un mar de cacereños, la Virgen fue testigo de la espectación que reclamaba. Bailes y cantos, fueron ofrecidos en honor a la Patrona. En la Plaza de Santiago el Ángel Eucarístico de la Cofradía Sacramental le daba la bienvenida. No faltaron, antes de la espectacular entrada a la Plaza Mayor, los cantos populares de la tuna, que iban adornados con el baile de las niñas vestidas con los trajes regionales para la ocasión.
La romería que había partido hacía entonces casi cinco horas desde la Montaña por el sendero que formaban miles de cacereños, desembocó en la Plaza de Cáceres donde el ayuntamiento, engalanado de tapices y flores para la recepción, sirvió de escenario donde la Stma. Virgen escuchó las cariñosas palabras de acogida de la alcaldesa, Elena Nevado, y del Señor Obispo, Monseñor Francisco Cerro quien utilizó la lluvia que no respetó aquel momento, como metáfora de la fecundidad que la Patrona deja en Cáceres siempre que viene. El Señor Obispo, invitó a los cacereños a estar contentos, porque explicó que cuando una Madre está en casa siempre hay alegría. La alcaldesa, en sus palabras prefirió resaltar que la Virgen de la Montaña va en el espíritu y en la 'marca' de los cacereños que la siguen y la acogen durante todos los días, pero especialmente en los del novenario.
Con la plaza oliendo a romero mojado, la emoción a flor de piel, la devoción de un Cáceres unido y movido por un mismo sentimiento de amor, se entonaba el himno de Nuestra Señora. En la Con Catedral, como no podía ser de otra forma, la Virgen de la Montaña bendecirá a los cacereños regalándoles Su Amor de Madre durante nueve fervorosos y solemnes días. Destacó en el segundo día del Novenario la visita del ministro de agricultura, Miguel Arias Cañete a quien se le entregó la medalla de la Hermandad y se le facilitó junto al presidente Monago besar el manto de la Patrona mientras que los cacereños tendrán que esperar hasta el séptimo día del Novenario para poder hacerlo.
Además de el presidente autonómico y el ministro, la alcaldesa y Carlos Floriano, presidente del PP en Extremadura, también fueron recibidos ante la Stma. Virgen por el Hermano Mayor de la Hermandad Gloria, Joaquín Manuel Floriano Gómez.
Finalmente, me queda decir que fue un Miércoles de Gloria, de emoción, alegría, folclore y tradición que se aunaban en el sentimiento de amor que los cacereños procesan a Su Patrona, y que Esta les corresponde desde la montaña, y estos días desde el corazón de la ciudad donde reinará especialmente, con el bastón de mando de la ciudad sobre todos sus hijos hasta el primer domingo de mayo, cuando empezará la cuenta atrás para su próxima visita.
¡VIVA LA VIRGEN DE LA MONTAÑA!
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