Entrada la fervorosa noche del Martes Santo, aunando en las procesiones de este día rigor y austeridad, ya falta menos para el ecuador de la Semana Santa, a partir del cual Cáceres vivirá más intensamente, si cabe, los doce cortejos procesionales que se concentran en los tres últimos días de la Pasión de Nuestro Señor. Miércoles, Jueves y Viernes Santo la Jerusalén medieval, nuestra ciudad, será testigo del Evangelio vivido en el escenario incomparable de la ciudad monumental.
Desde San Juan, la Cofradía de los Ramos procesionó ayer al Stmo. Cristo del Perdón cuyo desfile transcurrió en una atmósfera de rigurosa penitencia que se veía favorecida por el silencio del cortejo únicamente interrumpido por el arrastre de las cadenas de los penitentes cabizbajos. Los Adarves y Santa María, se rendían ante el paso de este antiguo nazareno, cautivo en el silencio de Su estación de penitencia.
Rozando la medianoche, el ermitaño Nazareno del Amparo, se encaminaba hasta el corazón del Cáceres medieval desde Su ermita en la montaña. Como no podía ser de otra forma, el exorno floral rústico y austero sumado al sigiloso silencio sólo roto por el acompasado ritmo de un tambor tembloroso provocaban las miradas atónitas de los devotos a los que se les iluminaba el rostro al paso del Cristo que vive sólo en la montaña, que en un cortejo sobrio y silencioso llegó a San Mateo en la soledad de la noche.
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