Hasta nuestros días, la Semana Santa siempre ha llegado puntual a su cita con el primer domingo después de la primera luna llena posterior al equinocio de la primavera. Indiscustible ha sido durante la historia que la Semana de la Pasión de Cristo siempre ha sido celebrada en los meses de marzo o abril, en fechas variables y cambiantes según el año. Adelantándose en ocasiones, y haciendose de rogar a los impacientes cofrades otras muchas la fecha de la Semana Grande de los cristianos no había sido hasta ahora motivo de polémica o debate.
Desde aquel 13 de marzo de 2013, la sorprendente personalidad del pontífice viene siendo por todos conocida. El Santo Padre, más sonriente y cercano que ningún otro no deja indiferente a nadie con sus múltiples gestos o discursos que nos invitan a pensar en una Iglesia más moderna y flexible. Francisco, alejándose de la más anquilosada y estricta liturgia ha optado por un pontificado acorde con los tiempos que vivimos. Hablándo abiertamente sobre muchos temas delicados de nuestra sociedad ha mostrado un compromiso con los hombres y mujeres, y con la Iglesia del siglo XXI. Pocos son los días en los que algun gesto o palabras del Santo Padre no son noticia, y desde luego su última propuesta lo ha sido.
"Desde el beato Pablo VI, se está buscando la unidad de la fecha de la Pascua, lo más definitivo va a tener que ser una fecha fija, que sé yo, supongamos el segundo domingo de abril" anotaba el Papa hace algo más de diez días. Uno de los motivos de esta inesperada propuesta se debe a que el pontífice querría hacer coincidir nuestra pascua con la de la comunidad ortodoxa, idea muy acertada por parte de Francisco pues si la Resurreción de Cristo es la alegría más grande de los cristianos qué mejor manera tiene de celebrarlo la humanidad si no es todos juntos, en este caso, con nuestros hermanos ortodoxos.
Se trata de una propuesta que esta en el aire pero ha despertado el interés de la sociedad cofrade, propuesta innecesaria para los más conservadores pero aceptada por lo más abiertos al cambio. La noticia corrió desde Roma a Sevilla, cuna de la Semana Santa con sus 61 desfiles procesionales, sus más de 100 pasos y sus miles de cofrades. En Sevilla, donde más del 50% de los ciudadános pertenecen a alguna hermandad o cofradía, la noticia se hizo eco rápidamente.
Pero esta propuesta dista mucho de ser un mero capricho del Papa, Berggoglio lo justificaba diciéndo que se busca fijar la unidad de la fecha pascual y que de seguir la tradición de los más conservadores monasterios ortodoxos (primer domingo después de la primera luna llena de primavera) se corre el riesgo de acabar celebrando la Pascua en agosto dentro de sesenta años pues cada año avanza unos días o semanas...
Se celebre el segundo domingo de abril, como propuso el Papa, o sigamos esperando a la primera luna llena de la primavera, si algo está claro es que el sentimiento y fervor de los cofrades va a ser el mismo se celebre cuando se celebre pues lo verdaderamente importante de esta fiesta, trascendental para los cristianos y tan especialmente arraigada en nuestro país, es conmemorar la Pasión, Muerte y Resurreción de Jesucristo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.