Grabada en la memoria de Cáceres, imborrable del recuerdo y
capítulo transcendental en la historia cofrade de nuestra ciudad queda la
"magnífica magna" que con todo y para todo Cáceres se celebró al
inicio de la tarde de ayer partiendo del "cacereñísimo" Paseo de
Cánovas para desfilar hasta la Plaza Mayor.
Y cuando no se tienen palabras para definir lo que se siente, es
cuando verdaderamente se siente. Que típico y que verdadero: "pelos de
punta, ojos llorosos...". Imágenes que embelesan, misterios que sorprenden,
fervor que enmudece con la sobriedad y el rigor...un cirio arder, un palio que
suavemente se mece, una nube de incienso que oscurece aún más la noche que se
rompe de dolor el Viernes Santo y se alegra con la Gloria antes de que
despierte el Domingo de Resurrección.
Faltan palabras para definir "Semana Santa" pero nos
conformamos con vivirla en directo, con sentirla y disfrutarla con todas sus
procesiones en la calle, gracias al inmaculado sol que ha hecho posible la
catequesis en las calles durante estos nueve días de Victoria, Humildad, Penas,
Misericordia, Amparo, Salud, Dolores, Perdón, Esperanza, Santo Espíritu,
Expiración, Muerte y para un Buen Fin, Resurrección, multitud de advocaciones
que se confunden con los sentimientos.
Y esta gran Semana de Pasión no podía despedirse sin el "gran
broche final" antes de la Resurrección, la PROCESIÓN MAGNA, posible
gracias a 3000 cofrades, integrada por 14 bellísimos pasos y adornada
musicalmente por 8 bandas, de esta magnitud fue "la Magna", encabezada
por la Victoria que anunciaba una temprana Resurrección, y seguida por trece
escenas más de la Pasión de Ntro. Señor, acompañadas por dos queridísimas
advocaciones marianas, la Virgen de la Esperanza y Ntra. Sra. de Gracia.
Acontecimiento de encuentro cultural y artístico, además de lo que
verdaderamente transciende que es lo religioso y devocional que fue el clímax
de una Semana Santa perfecta.