La semana santa, días de merecido descanso para todos indiferentemente de nuestras creencias religiosas, se remonta en España a los claroscuros medievales del s. XV o incluso XIV. Desde entonces, religiosos y laicos se reunían para venerar una o varias imágenes sagradas. El típico capirote, símbolo sin el cual la Semana Santa sería inentendible, nos lleva a pensar en los penitentes condenados por el tribunal de la Santa Inquisición.
En lugares como Sevilla o
Cáceres, donde se puede presumir de Semana de Pasión, algunas cofradías y
hermandades tienen memoria desde hace seis siglos. Algunos ejemplos de estas
antiquísimas cofradías que velan cuidadosamente por el mantenimiento de aún más
antiguas imágenes son las cacereñísimas hermandades del Cristo Negro, el Nazareno
o la Santa y Vera Cruz. Quince hermandades que aúnan en sentimiento y fervor a
diez mil cofrades cacereños. La religiosidad popular se vuelve tangible en el
olor a incienso, las lágrimas de un río de mantillas de luto, el rítmico compás
de las horquillas y los aplausos y desgarradoras saetas que en los imponentes
adarves rompen el silencio “al paso de un paso”.
El olor a romero, a cera
quemada, a nardos y claveles…el mecer suave de un palio o el escalofriante
silencio tímidamente roto por una esquila y un timbal destemplado así como por
una corneta que entona notas de música procesional. Patrimonio inmaterial que
pretende rodear de un clima espiritual y plenamente cofrade a la representación
plástica y artística de los paisajes evangélicos de la Pasión. Pero los más escépticos
también tienen cabida en esta fiesta, que en nuestra ciudad es de interés
turístico internacional, olvidándonos del profundo vínculo devocional que
muchas personas procesan a las imágenes, podemos pensar en el arte, la
historia, la cultura y la tradición que no transciende por el hecho de ser
tradición, si no por haber sido respetada durante tantas centenas de años. Además, si un milagro se obra cada Semana
Santa es la creación de trabajo que se concreta en los carteles de “completo”
en el sector hostelero y turístico; imagineros, orfebres, bordadores,
doradores, etc…también viven de este mundo que no está estancado en la “rancia”
tradición, muestra de ello son las grandes obras de caridad de las hermandades,
etc.
Ni siquiera la guerra
civil pudo impedir que la conocida “Estrella de Sevilla” llamada “la Valiente”
sacase a sus titulares a las calles. Porque en la Semana Santa se ponen de
manifiesto los derechos de asociación, manifestación y libre expresión de creencias
nadie puede criticar con la suficiente legitimidad la celebración de esta
fiesta que es el motivo de cuenta atrás para muchos.